viernes, 19 de diciembre de 2008

Las Teleseries de El Cairo (o el sentido de la vida). Usos y costumbres amorosas en Oriente Medio. Parte I



Hace unos meses estuve de vacaciones en Egipto. Como es lógico, dediqué unos cuantos días a la ciudad de El Cairo: a recorrerlo, a salir con amigas, a pasear en barca-no a pesar de que es cutre, sino porque es cutre- y a disfrutar, también, de un poco de soledad. Después de la cena –que yo siempre tomaba a eso de las 19:30 o 20:00- y de la ineludible ceremonia del coucher –un baño relajado, un riguroso lavado del cabello, la aplicación de cremas, menjunjes y geles para todo servicio- me ponía a mirar televisión, vale decir, festivales musicales, programas de entretenimiento y culebrones de moda. Aproveché para ver aquello que en Occidente es menos accesible: las “famosas” novelas de El Cairo, las trilladas teleseries que inundan el “mercado rosa” del Oriente Medio y hacen soñar a millones de jovencitas.


En una de ellas hay tres familias. En torno a éstas se vertebra la trama y, en torno a las diferencias culturales e ideológicas, se erigen los “entuertos”, los agravios, los amores y los quebraderos de cabeza hasta que llega el final feliz. Las dos primeras familias son egipcias; una de ellas, se ha “occidentalizado”: las mujeres, por ejemplo, van a un club de playa –pensemos que en Egipto esto es más que exclusivo, sólo puede pagarlo la élite- y lucen sus trajes de baño y pareos con naturalidad, desde luego, no usan velo (para más aclaración, vale decir que, más allá de la fe, lo único que distingue a una mujer musulmana de una cristiana en Egipto es la utilización o no del velo: una joven cristiana también se viste con modestia, también elude el contacto con varones que no sean familiares directos, también ha de casarse virgen, etcétera.); la otra familia conserva las costumbres musulmanas, las mujeres visten con recato, pero en una elegante forma occidental –faldas godet, botas altísimas, chaquetas de cuero, pañuelos fashion- y se mueven en todas direcciones: estudian, trabajan, cumplen roles en su hogar, etcétera (Digresión: La mayor parte de las egipcias viste a la usanza occidental, excepto a la hora de ir a la mezquita, cuando se pone sobre sus ropas una bella chilaba o túnica. Certifico que las hay de ensueño.) La tercera familia es saudí: los hombres utilizan el tocado característico –sí, ese blanco con una suerte de vincha o cuerda trenzada alrededor de la frente- y las mujeres , la conocida abeya -la túnica negra que cubre todo el cuerpo de la cabeza a los pies. En todas las familias se repiten estereotipos: el patriarca, la matriarca, la jovencita enamorada , el galán joven.

Las teleseries de El Cairo no son superproducciones al mejor estilo brasilero; tampoco abordan temas tabú; decididamente, no compiten con Sexo en la ciudad o Amas de casa desesperadas. Pero tienen, mutatis mutandi, los mismos elementos: amores sinceros y amores de conveniencia, afectos jaqueados por intereses económicos, pasiones cruzadas; matronas manipuladoras que sojuzgan a muchachitas dulces como la miel; viejos barbudos portavoces de la tradición y jóvenes idealistas que oscilan entre innovar o someterse sin ansias al “buen juicio” de sus mayores . La familia –y no sólo “la mujer” como entidad aislada- es el consumidor de estos seriales; a través de ellos aprendemos acerca de una sociedad y una determinada visión de la vida (la weltanschaung por si el alemán lo hace más culto o más rotundo).

Cada teleserie pinta su aldea y, ergo, pinta su mundo, su sistema de valores: aquello que merece un premio, aquello que merece un castigo. Nos enseña con qué comportamientos se incurre en hybris –desmesura- y qué acciones fomentan la catarsis a fin de conseguir la “redención” de los caídos . Aquí aparecen, enraizados en la trama, lo lícito y lo ilícito, lo establecido y lo subversivo, lo tolerablemente innovador y lo que continúa prohibido. Las telenovelas, sin duda, entretienen, pero su mensaje dice: “Alto, que si haces esto, así te irá”; “Ten cuidado. Porque la tentación es fuerte y, cuando quieras darte cuenta, te habrá arrastrado”; “Puedes subvertir el orden, pero vas a pagar un precio”. Estamos ante una función pedagógica. Y esto se da en Oriente y en Occidente. Toda novela ratifica un orden social.

[Hay casos de series que actúan como cabeza de puente para introducir ideas nuevas o ajenas a una sociedad. La llamada cultura global –que es básicamente la cultura norteamericana- hace un primer desembarco a través de los seriales televisivos conocidos como “enlatados”. Las teleseries funcionan entonces como un vector que introduce nuevas pautas de conducta en un determinado cuerpo social.]

¿De qué nos hablan las telenovelas? Hablan de AMOR. El amor (Eros) es el motor de la vida. Es lo que le da sentido.

Hagamos amena esta lectura y pasemos, entonces, al análisis de las relaciones amorosas en las teleseries de ambos mundos. Veamos –para seguir un orden- qué estadios, socialmente establecidos y aceptados, sigue una mujer en sus relaciones amorosas. La mayor parte de ellos son reflejados con fidelidad –y casi diría alevosía- en las teleseries egipcias.

I. La belleza de la sulamita (o los ojos brujos)

II. Compromiso y noviazgo (sólo pienso en ti)

III. Delicias de la vida conyugal (o cómo gustéis)

IV. La maternidad, divino tesoro (o qué sabia es la naturaleza que hace amar tanto a los hijos...)

V. El matriarcado (soy yo quien tiene la manija)

[En Occidente se dan estos estadios, pero no necesariamente en ese orden; es más, el punto II. no suele integrar ese binomio ya que el compromiso ha caído en desuso y, de darse, viene después de un período de noviazgo y como corolario de él. El punto I. –la atracción por el otro y el fijarse amorosamente en el otro- es prescindible en Oriente donde gran parte de las mujeres eligen a sus maridos por cuestiones de conveniencia, similitud ideológica con su familia de origen, simpatía o costumbre; en Occidente es de vital importancia y se relaciona con la atracción y la seducción, ya se trate de un flechazo o de un conocimiento gradual del otro. A veces, en ambos mundos, el punto I. puede venir después del III. o del IV.]

Con esta taxonomía algo irónica, algo poética, me despido hasta la próxima entrega que será, inshaallah (si D ´os quiere) , en breve. Ahí retomaré estos estadios y cómo reflejan las pautas sociales egipcias y de gran parte del Oriente Medio. La idea es no atosigarlos con tanta información en un solo texto ya que se hace difícil leer en pantalla.
Masah –ul jair ua masah –ul nuur (tarde de bondad y tarde de luz).

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