sábado, 3 de diciembre de 2011

El amor no pasará jamás

Este es el discurso que preparé en nombre del V Curso de Valores Religiosos 2011. ¡Felicitaciones líderes en ecumenismo y diálogo interreligioso! Todo pasará, todo acabará; solo el amor no morirá jamás.

(Nos ponemos en presencia de D’os)


Señor mío y D’os mío, creemos firmemente que estás aquí, que nos ves, que nos oyes.

Voy a leer una bendición, primero en hebreo, y luego, traducida al español: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, shejeianu, vekiinamu, veeiguianu lasmán hazé. (Bendito seas Seños, D’os, Rey del universo, que nos das la vida, nos la preservas, y nos permites llegar vivos a este momento).

Invocamos al Señor en árabe, como hacen los fieles musulmanes: Bismillah al Rahman al Rahim (en el nombre de D’os, el clemente y misericordioso).

Hace ya muchos años, más de los que quisiera acordarme, escuché un proverbio árabe que jamás pude olvidar y que hoy, en nombre del V Curso de Valores Religiosos 2011, quisiera compartir con ustedes:

“El amor de D’os es como la lluvia fina. No la sientes caer, pero cuando quieres darte cuenta te ha empapado hasta los huesos”.

D’os nos ama infinitamente; nos hizo únicos e irrepetibles: si alguno de nosotros no existiera habría un vacío en el universo. Todos, del más opulento, o el más inteligente, o el más altruista, al pobre más pobre, o al enfermo más enfermo de la barriada más miserable e infernal de la tierra, hemos sido creados amorosamente para poder decirle a D’os: “Abá”, “Papá”.

D´os, en su infinita sabiduría, nos hizo distintos para que pudiéramos conocernos y amarnos, no a pesar de las diferencias, sino a partir de las diferencias que no es sino una riqueza encubierta.

Los alumnos del V Curso de Valores Religiosos, a lo largo del año, hemos sentido y hemos tenido certeza del amor de D’os. Certeza de que somos también amados por otros. Hemos aprendido a amar más y mejor a D’os. Este es un camino que, tal vez, no empezó con este curso, pero que sin duda NO va a acabar después de este curso.

No se puede vivir sin estar enamorado.

Y aquí, el V Curso no habla de un amor hedonista, ni de un amor del “yo soy porque tengo”, ni de la juventud eterna, ni de la belleza física. Creemos en el amor como compromiso, como sacrificio, como donación, traducible en obras. Hace falta énfasis y tiempo para amar al Señor, un D’os que cada religión ve de manera distinta, pero al que alaba con la misma entrega y del que espera con la misma confianza.

Énfasis y tiempo para amar al prójimo. Algo reñido con una sociedad del consumo y de la inmediatez.

Perseverar en el camino de la fe no es fácil. Ser creyente en estos tiempos no está de moda. Para muchos aún sigue implicando persecución y muerte: para otros, en tren más leve, implica soportar bromas, a veces insultos, otras, descalificaciones, o el omnipresente mote de “retrógrado”.

Ante las dificultades, el V Curso no se amilana ni se queja demasiado. Más bien recuerda el consejo realista y firme del místico y poeta español Juan de la Cruz: “Para llegar adonde no estamos, tenemos que ir por donde no vamos”.

Esto no implica necesariamente abrir caminos nuevos, muchas veces para llevarnos el mérito, o creernos erróneamente protagonistas. Implica, tal vez, probar con dos bienes escasos: la humildad y el anonimato.

¿Por qué seguimos a pesar de las claudicaciones o de la impopularidad? ¿Por qué si es más fácil la comodidad, el facilismo, la estafa, la mentira, la confrontación?

Porque D’os sigue apostando por nosotros. Lo hizo en el principio de los tiempos y lo hará hasta el fin de los tiempos. Muchas gracias.

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